
No son los de la foto, pero podrían serlo. Siempre he dicho que no me importa tanto pasarlo bien o mal como que las cosas que sucedan sean, cuánto menos, interesantes. En el menos programado de mis viajes a Madrid (y el menos deseado) descubrí tesoros en forma de canciones, vídeos, nombres de relatos e incluso monumentos. No se ni por donde empezar. Quizás en el momento en el que
Santos, el autor de la foto, me dió una manta para que me acomodará en su sofá, exhausto por el frio castizo y la noche pasada. Friamente mi entrañable amigo judio me manipuló aprovechando mi estado de extrema sensibilidad. Antes de dejame descansando en el salón puso el nuevo disco de
Boards of Canada. Un
viaje que se mezcló con mis propia sopa mental, el ruido de la calefacción-licuefacción y más tarde con el sonido de su guitarra acústica desde su habitación. Privado de voluntad o actitud ninguna de las que acostumbro (cuestiones de imagen o buscando el contraste con las suyas por eso de echarse unas risas) el cofre tenía forma de revista de diseño
superexclusivadelamuerte (no recuerdo el nombre) y el dvd varias joyas, menores y superlativas, como los vídeos musicales de
Smog (I think i´m the mother of the world) y
Bonnie Prince Billy & Matt Sweeney (I Gave you). Impresionado, su eco pone
score a la banda sonora de mi viaje, aunque estas dos canciones, sordidas y tristes, no le hacen justicia.
Los dos cumplen el perfil de cantautores entre el
lo-fi y el atávico del medio este
yanqui. La vida regida por el fanatismo de los telepredicadores evangelistas, el
white trash y la vida en una autocaravana. Tan triste como atractivo y difícil de explicar. Me quedo con sus
acordes y partitura. Terminados los videos la noche invitaba a una
bunkerización ante el cansancio y lo que nos esperaba fuera. Pero nos rendimos al entusiasmo-inercia de
David Derhoof y acudimos a ese hogar del emigrante coruñés (y desde luego el club mejor regido de Malasaña) que es el
Tupperware, bajo los sonidos del demiurgo
Adrian LeFreak y apostados en la barra de
Coco (nuestra guapisima está marcada con el rictus de la santidad porque da de beber al sediento, de comer al hambriento en su estupenda casa y nos hace purgar la bilis proyectando películas de Ashton Kutcher). Todo muy familiar, vaya. Momento de hablar sobre el viaje que nuestro dj va a realizar el 17D a Vigo, para pinchar en
El mostruo de un solo ojo y en
El Manco. Una sesión doble e intensa de la que Santos proyecta una pieza documental recogiendo el viaje y vicisitudes y de la que ya me he prestado como
stuntman para las secuencias más arriesgadas (y ridículas, presumo). Le pronosticamos mayor suerte en la faena que la mostrada por
Dj Koze en su sesión para
Low el viernes. Ya sospechábamos que aunque el sello
Kompakt tiene unas increibles referencias editadas las más de las veces que hemos visto pinchar a sus pupilos estos nos han defraudado. Muy mal estuvo la cosa como para que nos refugiaramos en en ese apartado bizarro, gótico y exótico que es el
New Order Club. Desde
hits ochenteros que hacen daño ya hasta un set propio del mismo
Derhoof en sus lozanos tiempos de dueño de la cabina del
Bar Egeo (de hecho unos espontaneos lo reconocieron y agasajaron con copas y elogios; eso son fans).
He retornado a Coruña bajo cierto estado de shock y me mortifico pensando si, despues de todo lo que me he esforzado, terminaré aficionandome a Lambchop, Nacho Vegas y a la danza (no exactamente) contemporanea.